1. Volar

Hacerlo como un pájaro está fuera de nuestras posibilidades. Pero, hay buenos sucedáneos para emular a las aves. Lanzarse al vacío haciendo “puenting” es una de esas formas de desafiar a nuestro instinto de conservación.

Pero, nada es comparable a lanzarse en paracaídas, volar en un descenso que es pura adrenalina desatada, confiando tan solo en tu paracaídas.
2. Desafiar a la naturaleza

Asumir el reto de ascender una gran montaña y tener la satisfacción de llegar a la cumbre, disfrutando de impresionantes vistas, es algo único.

Sumergirte entre los arrecifes y barreras de coral de Sudáfrica o Australia y quién sabe si toparte con algún tiburón blanco.